UN AÑO DE 15 MINUTOS

Los ciriales de codales largos ya se asoman por la Alfalfa y la ilusión de un año se hace sueño y realidad que se rompe en murmullo cuando su Túnica blanca se dibuja en el tenue horizonte de la Sevilla que abraza un nuevo Lunes Santo.

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Entonces, el martillo da paso al "Señor de San Román" que torna el murmullo en exclamación de sonrisa porque ya se terminó la espera. Ya está revirando, ya queda menos para que su mirada redima a una Sevilla necesitada de su dulzura. 15 minutos que sólo han hecho empezar y ya se están acabando.

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Ya está el Señor en la Alfalfa para que el "Alma de Diós" llegue fiel a su cita con una Sevilla que imbuida en Su Mirada no la reconoce hasta que mi Tomi manda el primer picaíto, obedeciendo siempre a un Paco en estado puro, más Paco que nunca. Un sobre los piés que cambia a costero para volver a sobre los pies cuando la marcha se convierte en zarzuela. Y entonces sí, entonces "Alma de Diós" vuelve a Sevilla cuando mi Tomi lo manda. Como decía aquel, "ya está la gente metía en la canasta" y los ojos de Sevilla clavados en Sus Ojos.

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Ya se acaba, ya se está acabando un año de 15 minutos, cuando "Alma de Diós" dice "hasta el año que viene Sevilla", flotando poderosa hacia ese río de luz morada. Porque el paso tiene que andar y Paco lo manda, y si se tiene que andar, se anda, pero si se anda se acaba y sólo son 15 minutos de un año que queremos que sean 16 o 17.

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Pero Paco sabe que no, que sólo es decir me voy para quedarme, que sólo es decir me tengo que ir pero no quiero. Porque Paco lo sabe, sabe que el "Alma de Diós" ya comienza su "Agonía en Getsemaní", para que los ojos de Sevilla rebosen de lágrimas por la emoción de lo que llega y ya se acaba.
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Y Paco abre la mano y se rompe el alma para confesar a los cuatro vientos el orgullo por su gente, por su arte y su oficio; mientras tanto, Guillén a lo suyo, a que la gente no se olvide nunca del trabajo y el oficio.

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Y un sobre los pies a tambor que cambia a costero cuando lo avisa la palillera, antesala de la dulzura de un sólo que nos inunda a todos para elevarse a los cielos de Sevilla y dejarla absorta en un picaíto que acaricia su suelo para consolar al Redentor, al tiempo que brota un ¡¡¡OLE!!! como sólo lo hace Sevilla.

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Ya sólo quedan 5 minutos de un año que se acaba y ya no se puede andar más, porque ya está ahí la revirá, y Guillén que sigue a lo suyo lo sabe y lo avisa.

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Ya se va el Redentor por Sevilla repartiendo su mirada a la Sevilla que lo esperaba por Águilas. Ya se va el Redentor, para seguir repartiendo dulzura por Sevilla, ya le ven la cara los que lo esperan por Odreros. Ya se nos va el Redentor y Guillén a lo suyo, avisando a su gente de la caída del derecho.

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Ya está el paso enfilao. Ya sí que se nos va. Y Paco se relaja y vuelve a su estado natural, lleno de satisfacción por el trabajo bien hecho. Ya sí que se nos va, con un costero elegante, largo y andando, para decir hasta el año que viene rompiendo sobre los pies cuando mi Tomi lo mande, antes de tiempo, no importa, porque todos saben lo que quiere mi Tomi. Y se fue, se fue dejando en el ambiente la sensación de que algo grande acaba de suceder, algo que deja sonrisas y ojos brillantes en la cara de Sevilla.

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Así pasa un año de 15 minutos, pero qué 15 minutos. 15 minutos para soñar durante todo un año. Muchos de los que lo vivieron se hicieron hermanos y los que no pudieron verlo pensaron "el año que viene yo tengo que estar allí".

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